HIPOCRESIA Y MENTIRAS

Dos hechos acontecidos en las últimas semanas me han llevado a plantearme un par de reflexiones.
Primero la gran solidaridad mostrada por millones de personas en nuestro país y en el resto del mundo, para con el pueblo haitiano, asolado por una catástrofe de dimensiones dantescas y que nos ha removido las conciencias a todos.
La segunda es el terrible desaguisado en el que ha caído el Ayuntamiento de Vic, de mano de su alcalde, recortando los derechos más universales a los ciudadanos inmigrantes que residen en su ciudad.
Esto me lleva a observar una gran hipocresía en algunos sustratos de nuestra sociedad. Por un lado, vemos con gusto y satisfacción (como no puede ser de otra manera) la cantidad de recursos movilizados para ayudar a Haití en sus necesidades más básicas: comida, salud y alojamiento.
La hipocresía viene cuando en nuestro país estamos planteando que a personas que están en el nivel más bajo de recursos y posibilidades la posibilidad de limitarles por vía del empadronamiento, derechos universales como el de la salud, entre otros.
Me gusta vivir en un lugar donde los derechos universales son respetados y en el que a todo el mundo se le trata como ser humano.
Debo añadir que esto no es una proclama buenista e inconsciente a favor de la inmigración ilegal, las personas han de acceder a los países y territorios de forma legal y regulada, pero la realidad es que en nuestras ciudades hay inmigrantes ilegales.
Creo que los derechos universales han de ser garantizados, aquí y en Haití, y utilizar nuestros recursos para ayudar a que se garanticen estos derechos universales.
No dejemos que las mentiras de algunos, el oportunismo de otros y la demagogia de muchos conviertan a Vic en el inicio de una pesadilla de xenofobia y paulatina pérdida de derechos.
Legalidad si, cumplimiento de las normativas de inmigración también, pero derechos universales como el derecho a la salud deben ser garantizados.